DEFENSOR DE ANIMALES
LA VOZ DE LOS QUE NO QUE NO TIENEN VOZ
Nunca he visto nada más noble que la mirada de un toro, quizá un animal pacífico que ataca por miedo y no por fiereza, esto lo comprendió el ex toreador Álvaro Múnera Builes quien ahora es defensor de animales después de seis años de estar en las fiestas taurinas.
A sus doce años de edad comenzó su pasión por la Tauromaquia, cuando en sus vacaciones a México, su padre lo llevó por primera vez a una plaza llamada “El cortijo de la Morera”, un restaurante ruedo donde soltaban toros para que los turistas aprendieran a lidiar.
Fue allí donde él mismo se apuntó, y aun siendo uno de los menores se le dio con mucha naturalidad, desde eso momento decidió que a eso quería dedicar su vida y comenzó a escaparse del colegio para ir a practicar a La Macarena y así Álvaro inició su carrera en festivales taurinos.
A sus dieciocho años viajó a España en donde entrando a matar un toro en Ciudad Real, este lo cogió, le pegó una voltereta y cuando cayó se hizo una fisura en el hueso.
El médico le dijo que no podía torear durante cuatro meses pero al día siguiente tenía una corrida en Aranjuez y quien triunfaria allí lo ponían a torear el siguiente año en La Feria de San Isidro, la feria taurina más conocida del mundo.
Álvaro se quitó el yeso, pero cuando empezó la corrida el dolor era insoportable y no pudo coger la espada para matar al segundo toro, por lo que tuvieron que llevar al animal a sacrificar a los corrales, de esto se enteró toda la plaza y su médico le dijo que no podía torear durante la próxima temporada.
Pero el joven torero tenía muchas ganas de ir a Albacete, porque la plaza de toros llevaba por nombre su apellido, “La Plaza de Toros de Múnera”, pero como aún tenía puesto el yeso, hizo que se lo cambiaran por uno más pequeño para poder coger la muleta.
Horas antes de la corrida fue con su mejor amigo “Yiyo” a los corrales, algo que nunca acostumbraban hacer, Munera vio un toro con un lucero en la frente que no le gustó mucho, porque cada que él se movía el toro lo seguía con la mirada.
Le dijo al toridero que se lo echara de segundo, porque aunque era el más joven de los toreros, también era el de más antigüedad, pero cuando hicieron el paseíllo, se equivocaron y le echaron a Terciopelo de primero.
Era un toro muy áspero, remataba hacia arriba con mucha fuerza, cuando le acercaron al caballo no se dejó picar, tenía que perder allí cinco litros de sangre pero este quedó muy entero, le pusieron banderillas y cogió al banderero “Era de esos toros que se apoderan de la plaza y le meten miedo a todo el mundo”.
Cuando el torero cogió la muleta le dijeron que tuviera cuidado con el lado derecho, así que la cogió con el lado izquierdo, pero también le quedó cortico, cuando quiso aprovechar la querencia, se fue para la zona de los toriles y ahí cogió la muletilla en la parte derecha.
El toro le atrapó el primer muletazo, el segundo, el tercero, el cuarto….cuando ya había empezado a sonar la música en el sexto muletazo, le puso la muleta en el asicó, el toro lo miro a él y miro la muleta, él tenía los pitones a diez centímetros de la pierna, el toro al final se decidió por él, lo engancho por la pierna izquierda, lo tiro por los aires con mucha violencia”.
Cuando estaba cayendo lo volvió a coger y en la segunda caída se partió la quinta vértebra cervical, trauma craneoencefálico y lesión Medular completa y no podía ya caminar.
En el momento de la cogida sintió un corrientazo frio, inmediatamente la sensibilidad su cuerpo se perdió, el toro lo siguió arrastrado pero ya no sentía nada, solo escuchaba que todos gritaban y decían que estaba sangrando por la boca, ya en el hospital no podía mover nada”.
Fue trasladado a Miami donde lo operado dos veces, la primera operación fue de doce horas y la segunda de diez horas, fue un tratamiento lleno de mucho dolor y lágrimas, un proceso no solo de recuperación física sino también espiritual.
A Álvaro le cambio la vida para siempre tras el accidente que lo dejó sin poder volver a caminar, durante los cuatro años de hospitalización fueron muchas las lecciones aprendidas, pero la más importante es que entendió que no podía ir por la vida matando animales por diversión, se dedicó a acabar con esta práctica y piensa que está donde tenía que estar, “su vida tenía que ser la de ahora”.
Ahora Álvaro el ex-torero piensa que Terciopelo abrió sus ojos, salvo su alma, lo hizo comprender lo equivocado que estaba sacrificando animales indefensos, no reniega lo que le pasó porque desde ese momento se volvió defensor de animales y lo será hasta el último día de su vida.
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En el siguiente video podras ver el momento de la corrida que cambio la vida de Álvaro Múnera:
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